• mié. Jul 30th, 2025

Zona Cero Motociclistas al límite en Chilpancingo

Roberto Santos

En Chilpancingo, la motocicleta ha pasado de ser una herramienta útil de movilidad a un riesgo latente para todos.

En los últimos meses, los accidentes de motociclistas se han disparado, muchos de ellos con consecuencias mortales.

La situación es alarmante e insostenible.

Cada día se registran percances provocados, en gran medida, por la falta de responsabilidad de quienes conducen estas unidades.

El exceso de velocidad, la conducción temeraria, las acrobacias en plena vía pública, el consumo de alcohol, y la confianza ciega en su agilidad mecánica convierten las calles de la capital guerrerense en un campo minado.

A esto se suman factores externos como las lluvias, los baches, las calles mojadas o lodosas y, lamentablemente, algunos automovilistas que también contribuyen al caos con actitudes violentas e irresponsables.

Pero no se puede seguir justificando la tragedia con frases como “era un buen muchacho” o “no vio el hoyo en la calle”.

La realidad es que, en la mayoría de los casos, la causa principal de los accidentes es el exceso de velocidad y una alarmante falta de conciencia por parte de muchos motociclistas.

Resulta cada vez más común verlos rebasando vehículos por cualquier lado, invadiendo carriles sin precaución, circulando por el bulevar a gran velocidad y sin protección alguna.

En particular, preocupa el comportamiento de quienes se dedican a la entrega de comida o tortillas a domicilio, quienes por “hacer su chamba” han olvidado el valor de su propia vida… y la de los demás.

A esto se agrega un problema que ya no solo es de seguridad vial, sino también ambiental: el ruido. Muchas motocicletas circulan sin silenciador, emitiendo decibeles que contaminan y alteran la vida cotidiana de los ciudadanos. ¿Hasta cuándo se permitirá esta falta de respeto colectiva?

Es hora de que las autoridades municipales y estatales intervengan con firmeza.

No solo se trata de hacer operativos esporádicos, sino de establecer reglas claras y hacerlas cumplir: Prohibir acrobacias en la vía pública, impedir el ingreso de motociclistas sin casco o sin protección al bulevar, regular los decibeles permitidos por escape.

También hay que establecer límites estrictos de velocidad dentro de la ciudad, evitar que viajen más de dos personas en una sola motocicleta, prohibir que menores de edad sean transportados en la parte trasera y capacitar a los motociclistas y, en caso necesario, sancionar con rigor.

La motocicleta no es el enemigo. El problema está en la forma imprudente con la que se está usando.

Las víctimas no solo son los motociclistas que no frenaron a tiempo o que confiaron de más; también lo son sus familias, sus hijos, sus padres, quienes cargan con el dolor de una pérdida evitable.

Chilpancingo merece calles seguras, no pistas de carreras improvisadas. Y eso empieza por poner atención al caos sobre dos ruedas.

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