• lun. Ago 25th, 2025

Zona Cero, Fríos saludos desde Guerrero

Roberto Santos

En política, a veces los gestos dicen más que los discursos. Y si no, que le pregunten a dos personajes que sintieron en carne propia el gélido aire del desdén presidencial durante la reciente visita de Claudia Sheinbaum a Guerrero.

No hubo confrontaciones públicas ni declaraciones altisonantes, pero el mensaje fue tan claro como una cachetada sin mano ni guante.

La primera en recibir el frío fue ni más ni menos que la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López.

Durante la inauguración del nuevo hospital del ISSSTE, la mandaron a sentar lejos, muy lejos del epicentro del poder.

Una silla en la orilla, simbólica y contundente. Porque si algo sabemos en este país es que en los eventos oficiales, la silla importa.

Y a ella, que por investidura debía estar al lado de la presidenta de México y de la gobernadora Evelyn Salgado, le tocó el rincón. Señal inequívoca de que el círculo se ha cerrado… y ella ya no está dentro.

Pero ahí no acabó la cosa. El segundo desprecio fue aún más sonoro. Ángel Aguirre Rivero, el exgobernador de Guerrero, quiso enviar un presente —quizá para congraciarse, quizá para tender un puente hacia Morena, que últimamente anda cortejando—, pero la presidenta ni lo pensó dos veces:

—“¡Uy, no, mi amor! Dígales que no recibo regalos de ellos”.

Esa fue, palabras más palabras menos, la respuesta tajante que dio cuando una enviada intentó hacerle llegar el obsequio.

Al principio lo iba a recibir, dicen, pero en cuanto supo de quién venía, el regalo se quedó sin destino y el mensaje parece demoledor: aquí no hay cabida para Aguirre ni para sus aliados, por más que Sofío Ramírez ya presuma credencial de Morena como si fuera trofeo de guerra.

Y es que Sofío, que fue del PRD y luego anduvo muy priista por Acapulco, ahora grita a los cuatro vientos que fue “fundador” de Morena porque aportó recursos en sus inicios.

Claudia ha sido clara: su administración no se mezcla con ciertos pasados. Y el pasado de Ángel Aguirre es uno que le pesa en su vida política.

Aún lo persigue el caso de Ayotzinapa, que todavía duele en Guerrero y en todo México.

¿Y qué decir de Abelina? Entre señalamientos de la Auditoría Superior del Estado por supuestos malos manejos de recursos y un Acapulco que se descompone a ojos vistos, su cercanía con el poder nacional parece haberse desvanecido.

Aunque Luisa María Alcalde diga que “en los gobiernos de Morena no hay baches”, cualquiera que haya caminado por el puerto sabe que eso es más un chiste que una declaración política.

Y mientras eso pasaba en los actos oficiales, el espectáculo político no se detenía.

Como sabemos, Pedro Segura, empresario y político, fue detenido por la FGR. ¿Motivos? Varios, aunque parece que ninguno lo suficientemente sólido para mantenerlo tras las rejas.

A los pocos días, salió de prisión, recargado y mucho más ruidoso. Dice saber por qué cayó y por quién.

Mientras ingresaba a prisión el PVEM y el PT ponían más distancia de él, como si pudieran borrar la historia de que fue su candidato a la gubernatura en una alianza de ambos partidos, que terminó siendo fallida, por cierto.

Hasta la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia, figuran en su lista de “amigos que no lo fueron”. Todo porque quitaron su foto del feis.

El mensaje de Pedro es claro: tomó nota. Y eso, en año preelectoral, es pólvora pura.

Así que, mientras Guerrero se sacude entre grillas, desaires, detenciones exprés y reconciliaciones fallidas, ya se siente en el aire el sabor del 2026.

Se viene fuerte. Porque la política, es como el mole, necesita sus ingredientes: mezcla de chiles, sal, cacahuate, chocolate , etc. y, el ingrediente principal, mucho show.

Nos leemos pronto. Porque esto, apenas comienza.

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