Por: Hipólito Marbán
La salud pública: entre el maquillaje presupuestal y la indiferencia oficial.
Cada día surgen nuevas quejas contra los hospitales del Estado, instituciones que padecen la falta de medicinas, médicos e insumos básicos. Para miles de ciudadanos, recibir atención médica con profesionalismo se ha vuelto un auténtico calvario.
Los hospitales públicos resultan insuficientes para albergar a cientos de pacientes y derechohabientes. Las escenas se repiten: largas filas de enfermos que madrugan para alcanzar una ficha, arriesgando su seguridad en un país donde la inseguridad ya forma parte del paisaje cotidiano. Todo para que, al llegar al consultorio, reciban un trato indiferente y una receta que, la mayoría de las veces, no podrá surtirse por la falta de medicamentos en la farmacia del propio nosocomio.
Nadie puede negar que acudir hoy a un centro de salud o a un hospital público es un volado: se puede salir medio enfermo… o no salir.
Ni las marchas, ni las protestas de médicos, ni las presiones ciudadanas parecen ser escuchadas por el titular del Ejecutivo Federal.
Édgar Amador Zamora, actual secretario de Hacienda y Crédito Público, trabajó horas extras y no salió del “cuarto de guerra” hasta tener listo el proyecto de Egresos para el gobierno de Claudia Sheinbaum en 2026. Seguramente más de un dolor de cabeza —y quizá hasta estomacal— le causaron los recortes y ajustes necesarios para cuadrar el presupuesto. Porque, más allá de los números, el verdadero reto fue maquillar las cifras para que aparentaran aumentos donde en realidad hubo recortes.
Más tardó Amador Zamora en maquillar que en ser descubierto: en lugar de aumentar presupuestos, los redujo al máximo. El caso más alarmante es el del sector Salud, una institución vital que hoy agoniza por falta de recursos.
Mientras la bancada morenista y sus aliados celebraban un supuesto incremento presupuestal para Salud, la realidad demostró que todo fue una simulación. El sector no solo sufrió un recorte, sino también un retroceso en su capacidad operativa. El mexicano de a pie seguirá en terapia intensiva: si hoy el sistema de salud está mal, en 2026 estará peor.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) confirma que, según los datos oficiales de la Secretaría de Hacienda, el presupuesto para Salud Federal en 2026 será mayor al de 2025, pero inferior en 4.7 % al ejercido en 2024. En otras palabras: se destinarán más recursos que el año pasado, pero menos que hace dos años. Un presupuesto que, lejos de avanzar, retrocede dos ejercicios fiscales. En materia de salud, México camina como el cangrejo. Nada que ver con la soñada “Dinamarca” que se presume desde Palacio Nacional.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los países destinen al menos el 6 % de su Producto Interno Bruto a este rubro. México apenas invierte menos de la mitad de esa cifra. Para el gobierno mexicano, la salud de sus habitantes parece no ser una prioridad.
El artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce el derecho a la protección de la salud como una obligación del Estado. No se trata solo de un derecho humano, sino de un deber fundamental que debe garantizar servicios integrales a todos los ciudadanos, sin escatimar recursos.
Y aunque Salud Federal ejercerá un presupuesto ligeramente mayor al de este año, será menor al de 2024. Por ello, la advertencia es clara: si puede evitar enfermarse en 2026, hágalo. Porque todo indica que el sistema de salud seguirá empeorando, y el remedio será más costoso que la enfermedad.

