93 años de vida de don Justino Flores Pérez
—Más de 50 años en el comercio al lado de su esposa doña Lucila Adame Valadez; han visto construir tres mercados en Chilpancingo…
Por Enrique González Guerrero
Fotos: Perla Ramirez y Tino Gatica
Don Justino Flores Pérez, escritor y poeta, sigue en el comercio establecido en calle Valerio Trujano número 40 en el centro de #Chilpancingo, mandamás de la carnicería Aries. Sus cantares y versos al ritmo de que nos entregó un presente de su autoría, “QUISIERA HABER NACIDO EN ESTE SUELO Y SENTIRME CON ORGULLO GUERRERENSE, PERO NACÍ EN OTRO HERMOSO CIELO, BAJO EL CIELO BENDITO MORELENSE”, parte de su inspiración poética.
Acompañado de su distinguida esposa doña Lucila Adame Valadez, dueña de grandes experiencias con sus 55 años de matrimonio, tiene mucho que contar, pero, sin lugar a dudas, nos dice que “la barbacoa es lo mejor que hace para chuparse los dedos”.
Así recordó a grandes clientes de época a un funcionario de apellido Amezcua, un buen tipo que construía las escuelas en todo el estado y cuando visitaba nuestro establecimiento de barbacoa, comía con todos los empleados, desde el más humilde hasta con el de corbata. Amezcua, un buen cliente”. Además, resalta que estas casas eran las últimas de Chilpancingo, calles empedradas, no había carros, había caballos; aquí precisamente se hacían los canastros, de eso vivía la gente de esta calle.
“Podías venir al antes río Huacapa y se hacía una playa, podías lavar y bañarte con aguas cristalinas y hoy mira cómo ha quedado, aguas pestilentes, ¿quién va a querer ir al Huacapa?” Resalta en la conversación una larga plática de experiencias en la vida.
“De familia éramos 14 hermanos, una acaba de fallecer; mis primos Florencio, Gustavo Adame, somos una familia grande y auténtica de la capital, tenemos seis hijos, la mayoría con carrera profesional, y Toño es el que se encarga de la carnicería Aries. Aquí solo sus chicharrones de mi hijo truenan y yo con la barbacoa, pero de auténtica carne, no como en otros lados que sales hablando gua, guau, mejor ahí la paramos”, dice sonriente en la amena charla.
Hoy en día nosotros los grandes solo ayudamos, pero recomiendo a los comerciantes de las nuevas generaciones: si naciste para comerciante, tienes que tener primero la atención adecuada y darles una sonrisa al cliente y que lo que vendas sea de calidad. Si naciste con esas cualidades, dedícate al comercio y si no, dedícate a otra cosa, menos al comercio; es decir, cada persona debe descubrir lo que mejor hace y eso es el éxito de las personas, hacer las cosas bien.
Y si de chicharrón se trata o de una barbacoa, venga a calle Valerio Trujano; ahí le atienden como se merece a 240 el kilo completo de chicharrón, que servirá para el pozole y al siguiente día un guisado de chile verde, jitomate y chicharrón o de plano una doblada con ese crujiente que estará para deleitar al paladar más exigente. ¿Y si quiere saber más? Pregúntele a nuestro amigo Héctor Contreras Organsita; él sabe y es nuestro amigo.
El reconocimiento para una gran familia y a don Justino Flores Pérez, escritor, poeta, comerciante y fundador de tres mercados: el Nicolás Bravo Rueda, el Baltazar R. Leyva Mancilla. Recuerda doña Lucila que el Nicolás Bravolo hicieron dos veces; antes era de adobe, luego de tabique y estructuras sin tanto rollo; permanecieron algunas décadas en calle Hidalgo esquina Justo Sierra y hoy en su domicilio particular en Valerio Trujano.
Decíamos don Justino, orgullo de Chinameca, lugar donde fue emboscado el general Emiliano Zapata a los 39 años en 1919 por fuerzas y traición de un elemento, según para sumarse al ejército constitucionalista a las órdenes de Jesús Guajardo, quien odiaba la reforma agraria. En su lucha, el caudillo del sur dijo: “Prefiero morir de pie que vivir arrodillado”.
En Chinameca se acabaron los ideales de la reforma agraria y repartir la tierra a quienes la trabajaban, y es por eso que el gobierno de Guajardo acabó con esos ideales para someter a un pueblo callado y que reinara el imperialismo.
Bueno, en esa tierra de Chinameca, Humberto Soriano Sánchez, comisario ejidal, y el pueblo en general le honraron con un reconocimiento como escritor y poeta al orgullo de ese pueblo de Chinameca donde un 14 de abril de 1932 nació el homenajeado.
Justo cuando terminaba la revolución y en abril del 2011, en esa comisaría, siempre recordando a mis padres y a mi tío Fidel Pérez Rea, al leer el prólogo, lo comparó con poetas y escritores como Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón, Ramón López Velarde, entre otros escritores de esa época, con la diferencia de que don Justino no tenía preparación académica, pero sí el talento para ordenar las letras, sílabas de las poesías, cantos y autorías de la inspiración de un hombre que quiere a sus dos estados, Morelos Y Guerrero. Dios le siga dando vida a un personaje de la vida cotidiana. Enhorabuena y muchas felicidades.




