Crónica por Enrique González Guerrero.
El adiós a la maestra Mercedes Arteaga Alarcón, que reunió a familiares, vecinos y contemporáneos del magisterio, falleció el miércoles por la noche a los 68 años de edad; con ella estuvo reunida la mayoría de su familia cercana, entre hermanas, hermanos, hijos y nietos. Lamentablemente, ya nada se podía hacer. El diagnóstico de una enfermedad crónica y ante el dolor de meses de agonía…
Dejó de existir y de sufrir… pero deja un legado de buenas acciones desde su desempeño en la docencia, en donde cosechó bastantes amigas y amigos de generaciones de escuelas como la 24 de febrero, donde fue fundadora, y las buenas gestiones se vieron reflejadas a corto y mediano plazo.
Hoy en día, esa escuela con mejores salones, a la apreciable maestra la conocí hace más de tres décadas. Los niños, hoy adultos, Isael e Isaí, sus dos hijos gemelos o cuates, los dos muy atentos y cordiales, siempre siguiendo los buenos consejos de su señora madre, respetando a sus semejantes; ese gran legado lo demostraron hoy al acompañarla dándole el último adiós a donde nadie quiere llegar, al panteón central de Chilpancingo, al lugar donde “terminan las ambiciones humanas”, el lugar donde descansan nuestros seres queridos.
Después de una caminata de acompañamiento partiendo de calle Hidalgo de Funeraria Chilpancingo a su casa en Heroico Colegio Militar, ahí vecinos y amigos ya esperaban, en esa calle se paralizo la circulación vial, y una vecina en sus palabras dijo adiós Maestra Mercedes los vecinos de esta calle y de la colonia estamos agradecidos gracias a ti maestra “MECHE” se hizo esta calle, gracias a ti llegaron los servicios básicos, hoy te despedimos con un aplauso, otra señora de enfrente desde su balcón le echaba agua bendita en el ataúd y daba el adiós con lágrimas en los ojos, al igual otros vecinos salían de sus domicilios la banda de viento SM tocaba música de despedida en todo el recorrido de las calles hasta llegar al panteón central.
Isael e Isaí, siempre al frente, hermanas y hermanos, sobrinas y familia acompañando en todo el recorrido. Sorprendidos, los “mirones” en las calles preguntaban: ¿Quién falleció? Su hija de don Belisario Arteaga, su hermana de Belisario, ¡ah, sí, la maestra!… —Sí la conocí —decían en voz baja y la caminata seguía su curso, el sol radiante ni se sentía ante un acompañamiento de mucho corazón que hizo el tramo más corto, y los automovilistas muy atentos a ver a una familia al frente; y es que la familia Arteaga Alarcón es una de las familias tradicionales y populares en Chilpancingo.
¿Quién no recuerda a don Belisario Arteaga, a su esposa doña Rita Alarcón, a una familia muy amplia? Los contemporáneos, la mayoría, saben el nombre de la plaza de toros “Belisario Arteaga”, en memoria de aquel personaje que participaba a caballo en todos los jaripeos de cada feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo? En su actividad diaria se le veía en su carro Zafari como agente de tránsito municipal, pero de aquellos tiempos donde al agente de tránsito se le respetaba; además, orientaba a los automovilistas.
Hoy la Maestra ya está con sus señores padres descansando, siempre se le recordara con su mejor sonrisa, las buenas acciones y la enseñanza a sus hijos, desde ´pequeños siempre los acompaño a los juegos deportivos y los apoyo y los disfruto al máximo así que nada está perdido su legado de buena madre y padre ella cumplió y solo quedaran los recuerdos de una madre a toda madre y que hasta organizo su funeral se cumplió al pie de la letra escogió la funeraria y las fotos que llevaría en las pantallas que se utilizan en ese lugar y decíamos el recorrido sin obstruir el paso a los automovilistas en calles del centro de Chilpancingo, la ruta fue siempre en los sentidos que marca la circulación de las calles, Hidalgo, 5 de mayo, Heroico Colegio Militar, dar vuelta arriba, Belisario Domínguez, hasta llegar al Huacapa, Morelos y Panteón Central, los automovilitos y del trasporte público daban el paso de cortesía y saludaban a sus amigos Isael e Isaí, muy conocidos trabajadores de Protección Civil, uno como Medico, dando los primeros auxilios y el otro siempre activo cuando ocurre algo emergente sobrenatural o una desgracia ahí siempre se les ve a los dos jóvenes siempre ayudando a sus semejantes con toda la disponibilidad. Hoy, en el adiós, la solidaridad de amigos y familiares se vio presente; es decir, hasta para morir hay que tener suerte y la maestra Mercedes Arteaga Alarcón cumplió hasta en el último adiós… ¡Descanse en paz!
